Wiktoria Jankowska (B1C)
Desde pequeños se nos ha enseñado que el ocio es algo que está hecho para disfrutar, para sentirse en calma, incluso a raíz del ocio surgen pasiones y hobbies que pueden durar toda una vida.
El ocio se define como el tiempo libre de una persona.
Ese tiempo libre puede ser usado para muchas cosas, leer, escribir, dibujar… pero también para otras, como salir de fiesta o hacer deporte.
El ocio es una palabra que engloba muchos términos, emociones y actos, y desde un principio se asocia el tiempo libre con algo bueno, algo que produce satisfacción y felicidad.
Esto se puede respaldar con escritos de Epicuro, un filósofo griego, que dice que el ocio se debe disfrutar de manera razonable con actividades que contribuyan a la satisfacción.
Y esto puede ser así en muchos casos, pero hay otros en los cuales el ocio trae emociones contrarias a las que “se supone” que tiene que producir.
Es por ejemplo, el caso de un niño que va a un deporte obligado.
Realmente, es su tiempo libre, su tiempo de relax y un tiempo que se puede dedicar a él y a otras personas.
Sin embargo, las obligaciones al ser humano no le suelen gustar.
Una obligación ya conlleva a la idea de algo que no se quiere hacer, pero que un agente externo te presiona a realizar.
Esto, sobre todo en niños pequeños, genera una rabia, tristeza o asco desmedidos, ya que todavía no se tiene una noción real de qué es lo que está “bien” y qué es lo que está “mal”.
Los adultos, por otro lado, elegirán soltar su frustración después de realizar esa actividad, después de “quitársela de en medio”.
Pero lo que no muchos se paran a pensar, es que el tiempo que ya se ha perdido en realizar una obligación, se va a volver a perder en quejas y enfados.
Esto reduce aún más el ocio, y aleja aún más del propósito: el placer.
Volviendo otra vez a Epicuro, concretamente a la filosofía epicúrea, se dice que se tiene que encontrar algo que produzca placer y una falta de temor al destino, con lo que los dioses y la cosa más temida por todo ser vivo, la muerte, puedan ser desplazados a un segundo plano que no genere malestar.
Muchas personas buscan durante toda su vida algo que les llene, que les guste, que les haga sentir bien, y demasiadas mueren antes de poder encontrarlo.
Esto es porque realmente nunca han llegado a comprender todo lo que engloba dos palabras como “tiempo libre” que engloban un significado tan complejo.
Una vez se entiende el tiempo libre desde el punto de vista de Epicuro, se puede empezar a buscar algo que realmente llene el alma de una persona, que pueda ser su esencia y su fuente de mejora.
En cuanto se deje atrás por un momento esa responsabilidad, esas obligaciones, y uno se concentre simplemente en su ser, se abrirán las puertas a un mundo de infinitas oportunidades.
Una vez dentro de ese mundo, empezará un trabajo de autoconocimiento.
En ese trabajo se podrá entender por qué se actúa de una manera con ciertas cosas, por qué se sienten unas u otras emociones o por qué pensamos de una manera u otra.
Después de conocerse a uno mismo, es cuando se puede empezar a buscar ese algo que llenará nuestro vacío; se podrá hacer de una manera errónea y dolorosa, o se podrá hacer bien y encontrar la plenitud.
Sin este trabajo hecho primero, las cosas que hagas en tu tiempo de ocio no tendrán ese sentido completo que tanto se busca.
Conocerse a uno mismo no implica encontrar esa solución al vacío, de hecho, a veces puede implicar todo lo contrario.
Conocerse a sí mismo tiene un gran problema, y es que uno se puede perder en todo ese autoconocimiento y mundo interior que ha creado, al haber tantas decisiones, tantos caminos, tantas opciones para todo.
Por ello, todo este proceso solo lo podrán hacer las personas que tengan la suficiente fuerza de voluntad, valor e ideales.
Con todo esto, ¿Realmente estamos rellenando nuestro vacío con el ocio?¿O es él el que se va apoderando poco a poco de nosotros, metiéndose en nuestros huesos, calando nuestro alma hasta que ya no podamos hacer nada sin él, hasta que ya no haya paz sin su libertad, que a su vez resulta una jaula?
Porque hilando con el niño obligado a hacer deporte, se puede afirmar con seguridad que la libertad que proporciona el ocio, es otra de las grandes razones por las que gusta tanto.
Con el ocio no hay tantas reglas, en cambio, puedes hacer prácticamente lo que quieras, manteniendo el autoconocimiento y los límites morales que hayas creado, que podrán tener o no consecuencias.
Al final, lo bonito de la libertad es saber usarla, dominarla, entenderla y no privar al resto de ella, como resulta muchas veces con el ocio, que cuando tú estás disfrutando, otro está sufriendo.
En el mundo no va a haber nadie contento con todo, la gente viene, la gente va, las cosas se construyen, se destrozan y se vuelven a construir.
Viéndolo todo con perspectiva, entendiendo que todo en su gran mayoría es efímero, y que por supuesto, nosotros también, ¿por qué no se le puede dar una oportunidad al autoconocimiento, para aprovechar nuestros años para encontrar respuestas a todo lo que podamos?
Debido a esto y todo lo comentado anteriormente, el ocio y el tiempo libre me parecen las cosas más complicadas de entender y vivir de una manera adecuada.
El ocio no es solo tiempo libre, mientras que el tiempo libre no es solo ocio.
La vida tiene mucho más que unas horas en las que no tengas que hacer nada, es mucho más que un deporte o una fiesta, y para cada uno saber lo que implica el ocio para él, tendrá que entender también qué son muchas cosas más, porque la realidad es que todo está relacionado por unos hilos que aunque no se vean, siempre están y estarán, hasta que todo, y digo todo desaparezca un día.
Y cuando ese día llegue, que realmente para cada uno al menos de momento, llegará el día de su muerte, pocos podrán decir realmente que han llegado a entender, que es de lo más bonito que puede otorgar la vida.
0 Comentarios