¿La vida es siempre como la planificamos?

 Esther Maseda Truchado, profesora de Lengua Castellana y Literatura

Cuando echo la vista atrás, veo que mi vida, ahora, sigue los derroteros que yo pensaba que podría seguir. Yo era de esas niñas que tenía muy claro lo que quería ser desde siempre: MAESTRA. Desde que era muy pequeña, yo ponía en fila a todas mis muñecas cuando llegaba del colegio y “les daba clase”.

 En aquellos años yo iba a un colegio muy cercano a mi casa en el que una única maestra nos daba clase a niños de diferentes edades que nos reunía en una habitación que a mí me parecía gigante y que, viéndola años después era muchísimo más pequeña de lo que me imaginaba. Después fui a otro colegio en el que ya me reunía con otras compañeras que tenían mis mismos años y que fuimos de los pioneros en comenzar una etapa educativa nueva en aquellos años, la EGB, muy diferente a la secundaria de ahora y de nuevo me ratifiqué en que mi futuro tenía que estar muy relacionado con la docencia. Esa seguía siendo mi pasión. Cuando comencé mi otra etapa educativa, el BUP, conocí a una profesora que marcaría mi futuro universitario, Mari Ángeles Gil, responsable de que yo me decantara por iniciar una licenciatura en Filología Hispánica, especializándome en mi otra pasión, la literatura.

Cuando acabé la carrera, ya me vi claramente aprobando mi oposición y teniendo ese futuro tantas veces soñado. La acabé, pero se cruzó en mi camino una opción que no me había planteado nunca: El llamado por aquel entonces OAAN, que años después sería denominado Aena, responsable de los aeropuertos españoles. Una amiga me dijo que por qué no me presentaba a unas oposiciones, que era fáciles, y que me serviría para conseguir dinero mientras me llegaba mi soñado aterrizaje en un instituto. Tenían que pasar dos años hasta que pudiera presentarme a la siguiente oposición y yo tenía que colaborar en casa y ayudar a mis padres porque en aquellos años, al igual que ahora, los sueldos no eran muy altos y toda ayuda era indispensable.

Y aprobé. Sí, pero no era haciendo lo que  yo había soñado. Y aun así decidí continuar y seguir. Pasaron los dos años, y no aprobé para ser profesora, pero yo seguía allí, en Aena. Tuve a mi bebé… Y mi sueño se quedó ahí, en nebulosa, como un sueño.

Pasaron los años y yo tenía mi vida hecha… pero no era profesora. En aquellos años yo me encontraba cómoda en mi trabajo, yo había progresado en mi empresa y estaba en el escalafón máximo al que yo podía acceder. Llevaba trabajando muchos años como editora, actividad relacionada con mi carrera, y por mis manos han pasado muchos libros que han sido una marca de Aena. Pero cuando mis hijos crecieron, y yo estaba más libre y tranquila, algo en mi cabeza se revolvió, y se me planteó un conflicto. ¿Estaba a tiempo de perseguir mi sueño otra vez  que cada vez más  era solo eso, un sueño? 

Cuando puse en palabras mi incipiente decisión, mis amigos me dijeron que cómo iba a hacer esa locura. Yo tenía mi futuro hecho, tenía un buen sueldo, un buen horario, conocía mi organización, tenía un montón de amigos allí y muchísimos conocidos,… Y ya tenía 56 años. 

Y con mucha constancia comencé a prepararme, ahora sí, las oposiciones para poder acceder a mi añorada profesión de profesora. Y después de más de veinticinco años, la aprobé. Sin plaza, sin puesto fijo, eso sí. 

Tardé siete años en decidirme. Pero al final hice “esta locura”: Intentar conseguir mi sueño de niña. Dejé pasar casi veintinueve años hasta conseguirlo, renunciando a unas condiciones muy favorables, un trabajo fijo, un buen sueldo y un buen horario,…

Fue un salto al vacío casi sin red. Pero lo he conseguido. ¡Por fin era profesora!  Y estoy muy feliz por haber tomado esta decisión tan complicada.

Esa ha sido mi ilusión, mi deseo desde siempre… Pero no siempre es tan fácil conseguir lo que nos proponemos, aunque lo tengamos claro. Nos podemos encontrar en nuestro camino circunstancias que nos lo ponen muy difícil o simplemente que nos van encaminando hacia otras opciones que ni siquiera hubiéramos pensado que íbamos a segur.

Y también todo lo que podemos aprender en el camino te puede ayudar, de alguna u otra manera, a mejorar. A mí me han servido muchas de las cosas que he ido aprendiendo y conociendo para desarrollarme como profesora. En mi camino he aprendido Word, Excel, y otros programas de Windows que me han permitido mejorar en mi trabajo, así como otros de diseño que he utilizado en mis proyectos de aula. Todo sirve. 

Los sueños están ahí para movernos, animarnos, seguir un camino,… pero no he olvidado que la vida la podemos engrandecer  con muchas otras opciones que nos pueden complementar, enriquecer y , a veces, hacer culminar en la pista de aterrizaje a la que siempre hubiéramos querido llegar. Ese es mi caso.

Publicar un comentario

0 Comentarios