Laura Ballesteros Martínez (B1D)
Hace unos días me encontraba en el sofá tras salir de la escuela, navegando por Internet sin preocupaciones. Así fue que encontré un cómic de una artista profesional en el que destacaba, con aire humorístico, cómo su pasatiempo favorito, el arte, se había vuelto su empleo.
En las últimas décadas, la barrera que divide otium y negotium se ha ido difuminando lentamente hasta el punto en el que casi todos los hobbies pueden llegar a convertirse en un empleo. Pero en ese caso ¿ es recomendable mezclar trabajo y ocio? Esta disertación pretende explicar las consecuencias que esto tiene en nuestra sociedad.
A lo largo de la historia, el trabajo se ha caracterizado principalmente por ser un deber que realizaban aquellas personas que lo necesitaban para poder sobrevivir y mantener satisfechas a aquellas pocas que no lo necesitaban porque tenían poder y se mantenían gracias al trabajo ajeno. Por mucho que vayamos progresando, la gran mayoría de oficios, principalmente aquellos relacionados con el arte y el entretenimiento, siguen manteniendo esa misma esencia propia de una sociedad capitalista. Como explica Marx en Trabajo asalariado y capital (1849) el empleo es una actividad vital que el obrero vende al capital como simple medio de supervivencia; un sacrificio o mercancía adjudicada a otra persona.
Aun así, nuestra especie evoluciona y va aumentando la cantidad de empleos relacionados con todo tipo de disciplinas. Esto facilita encontrar uno que se acomode a los gustos de cada persona. Este hecho se ve incrementado con los avances tecnológicos y las redes sociales, un medio que otorga gran libertad a la hora de generar contenido creativo. De esta forma, ser creador de contenido digital se ha convertido en una de las ocupaciones más atractivas entre los jóvenes de hoy en día ya que permite monetizar actividades anteriormente dedicadas al ocio e incluso llegar a subsistir en base a ello.
Sin embargo, esto no es tan bonito como parece.
La mezcla de ocio y trabajo puede abordarse de dos maneras: simplemente monetizar actividades de ocio o pensar en el trabajo como si fuera ocio. Ambas tienen consecuencias negativas en la felicidad de aquellos que las practican.
Empecemos por la nombrada en primer lugar. Tanto al buscar una compensación monetaria a cambio de realizar un hobby como al convertirlo en una fuente primaria de ingresos hacemos que pierda su sentido puesto que va en contra de la propia definición de ocio; “Poner precio a "las cosas buenas de la vida", el ocio entre ellas [...], las corrompe. Hace que pierdan su esencia, que se desvirtúen”(Calvo Expósito, 2023). La afición deja de ser esa actividad especial que ayuda a desconectar de las adversidades de la vida laboral y se convierte en una responsabilidad que con frecuencia desemboca en el desarrollo de una obsesión con generar el contenido más monetizable posible. Una puede llegar a pensar que si no gana lo esperado es porque no es lo suficientemente buena o porque no lo está haciendo lo suficientemente bien y según va disminuyendo su felicidad y aumentando su esfuerzo, es posible que los ingresos no aumenten o incluso bajen debido a la naturaleza impredecible de este tipo de empleos, sobre todo si el medio utilizado son las redes sociales.
Pasemos, pues, a la segunda cuestión mencionada. “Trabaja de lo que te gusta y no tendrás que trabajar un día de tu vida” o “Ama aquello en lo que trabajas y trabaja en aquello que amas” son famosas frases motivadoras cuyo objetivo es animar a la gente a obtener empleos relacionados con temas que les interese y a ver su profesión como una actividad que produce felicidad. Aunque bienintencionadas a primera vista, estas frases esconden un trasfondo opresor que busca culpar al empleado que no atesora su ocupación. Este mismo tema es tratado por la historiadora y escritora Miya Tokumitsu en su libro Do What You Love And Other Lies about Success and Happiness (2015) que se traduce a Trabaja en aquello que amas y otra mentiras sobre el éxito y la felicidad. En una entrevista para la revista Ctxt la autora explica que el propósito de estas frases es:
“[...] hacer que los trabajadores acepten su propia explotación y precariedad. La clave del ‘trabaja en aquello que amas’, es el énfasis en el tú. Si el trabajo produce frustración o dificultad, es tu culpa, y no se debe a las leyes laborales o al mercado de trabajo injusto. Al convertir cada frustración en un problema personal, la respuesta es la autosuperación en lugar de la acción colectiva o política.”
En un artículo para la revista Jacobin, Tokumitsu menciona además la marginación de aquellos empleos que por lo general son menos demandados. Si todos debemos dedicarnos al oficio que nos apasiona, ¿quién va a aceptar los trabajos que no quiere hacer nadie? ¿Se esperaría de un señor de la limpieza, una basurera o un trabajador en una cadena de comida rápida que amen con devoción sus empleos? Elegir una ocupación por la simple razón de hacer lo que nos gusta es un privilegio que muy pocos pueden permitirse y pensar que todas debemos disfrutar nuestro trabajo culpabiliza a las personas que no lo hacen e invisibiliza a los oficios menos populares.
Tras esta reflexión es obvio el problema que conlleva combinar nuestro tiempo de ocio con el laboral, no solo a nivel individual sino también a nivel social. Siempre será algo bueno disfrutar de nuestra ocupación pero es importante recordar eso mismo; no es más que un trabajo y no debemos glorificarlo. No podemos permitir que silencien la voz de los obreros con promesas de felicidad que no tienen por qué y mucho menos que se nos culpe de las injusticias que otros cometen. Es la única forma de avanzar hacia un mundo mejor.
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